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martes, 21 de junio de 2016

Mi Vida: Los Dos Lados de la Felicidad. Parte 1

Y llegó la hora de contar mi vida...

Es difícil resumir una vida, sobre todo cuando se trata de la tuya… Así que decidí contarla en forma de cuento con moraleja… Porque, ¿de qué sirve vivir si no aprendemos algo?... Desde que nacemos, buscamos la felicidad, y yo aprendí, que La Felicidad, para mí siempre tiene dos lados… Y que nada detiene el tiempo, así que no avanzar, solo te quita vida…

 Nací en Buenos Aires, hace 46 años. La mayor de cuatro hermanos... Una niña dentro de la norma, pero con una particularidad: un miedo terrible a la muerte. Desde que tengo uso de razón. Sobre todo de noche, me llegan esos planteos filosóficos sin respuesta aparente: “¡Cómo puedo desaparecer! ¡Cómo puedo no existir!  ¡NO QUIERO NO EXISTIR!”… Este fantasma me acompaño toda la vida, en mayor o  menor grado. Cuando era chiquita, en forma de llanto, desorientando a mis padres, que no sabían cómo manejar la situación. Eso sí, mi hermanita supo calmarme muy bien, cuando yo tenía 6 años y ella 4, diciéndome muy segura: “Ay Lucrezia, no te preocupes, que si te morís, viene mamá, te da un mejoralito, Y YA ESTA!”. Frase que quedó en el recuerdo para siempre. 

Durante la adolescencia, las crisis se hicieron mucho más esporádicas. Pero pasados los treinta, las crisis reaparecieron, dejándome noches enteras sin dormir, asfixiándome de solo pensar en el no existir. "Me rehúso a no existir!"... ¿Y será ese el origen de mi dualidad? Porque esta palabra es el resumen de mi vida... Siempre viví en dualidad: entre el día y la noche; entre el bien y el mal; entre la responsabilidad y el descontrol; entre dos mundos… Esa fue siempre, mi manera de detener el tiempo. ¿De ser joven eternamente?... De intentar no avanzar para no llegar a ese día “del no existir”... ¿Pero es eso posible? ¿Es posible evitar llegar a ese día?...

Comencé la universidad, una carrera científica que demandaba muchísimo estudio y responsabilidad. Pero también comenzaron las salidas nocturnas y los excesos. ¡Qué días! Con mis amigos de la universidad, pasando jornadas interminables; con las mejores anécdotas, producto de tanta complicidad…. ¡Y qué Noches! Con mis otras amistades recogidas a lo largo de las eternas noches de baile y  descontrol…. ¡Cuántos años viviendo entre dos mundos totalmente incompatibles, que yo armonizaba en mi persona!... El Día y la Noche… y yo sin poder decidirme por alguno de los dos, vivía dos vidas en una, y todo funcionaba bien. Porque en realidad, no estaba en ninguno de los dos mundos…


Y así continué caminando sobre la línea durante muchos años… Después de la Universidad, vino el trabajo profesional… Mucha responsabilidad, ascensos, progreso, por un lado… Tanto el nacimiento de mi sobrino, como una relación especial con un chico que también viajaba entre dos mundos y que tenía ganas de parar un poco, me hicieron saltar de la línea y quedarme un tiempo en una sola vida... Y por un año, mi vida pareció ser perfecta, equilibrada, feliz…

 Dicen que no hay peor enemigo que uno mismo, y yo lo sé muy bien. Una vida perfecta, implica avanzar y eso asusta… Las crisis sobre la muerte reaparecieron e inconscientemente busque terminar esa relación con este chico. ¿Para volver a la noche? ¿Para volver a la dualidad? ¿Para no avanzar y no llegar al “no existir”?... 

Cuando queremos boicotearnos, razones nos sobran… Así que busqué en la diferencia de edad que nos separaba (él era 7 años más joven que yo), la excusa perfecta para terminar… Una diferencia que siempre estuvo entre nosotros y que sobrellevamos muy bien… Hasta que mi propio enemigo, escondido en lo más profundo de mi ser, decidió que esa diferencia de edad, ahora pesaba demasiado…


 Una vez que el equilibrio se rompe, el caos se desencadena.  Y llegaron los 30, sin novio y con el peor golpe de mi vida (al menos hasta ese momento). Mi trabajo adorado me enseño duramente, que en una empresa somos un número, y si bien logré recuperarme rápido, cambiando de trabajo para un puesto equivalente y aun mejor remunerado, perdí la adrenalina y la pasión que me generaba el anterior.
Y no hay nada mejor para complicar la vida que buscar un “Amor Prohibido”... Como todos sabemos, todo lo prohibido, lo sentimos más, lo vivimos más… Es parte de nuestra naturaleza destructiva… Y llegaron tres años de un amor pasional, visceral y doloroso… Y la dualidad volvió… Hasta decidí tatuarla en mi vientre: “un sol y una luna” que vivirán conmigo para siempre…
Pero ese amor no solo no permaneció conmigo para siempre, sino que terminó siendo dañino, letal…  Un amor que en realidad siempre había sido mono-direccional... ¿Es realmente amor cuando todo se centra en una sola persona?... ¿Cuándo solo una parte da y la otra parte solo recibe?... Solo me planteé esas preguntas, mucho mucho tiempo después… Y solo apareció la respuesta, muchos muchos años después…Lo cierto es que me quedé  sola, con un dolor que me acompañó durante mucho tiempo y que solo podía calmar, encerrada en mi casa, o compartiendo ratitos con mis sobrinos…


Y como es sabido, cuando uno está mal, atrae lo malo… Ya sea lo interno o lo externo…Te hundís y entras en un pozo de autodestrucción... Pues eso lo viví en carne propia. Desde una operación de columna, hasta otro disgusto laboral… Fueron tiempos difíciles, pero seguí adelante, inclusive con los estudios de control que toda mujer debe realizarse. Estudios que pueden descubrir unas micro-calcificaciones agrupadas heterogéneas en la mama derecha. En ese momento, nadie pensaba que algo malo podía pasar. Era una operación de rutina, pero algo en mi sabía que no iba a ser así.… Por eso, por primera vez, entré al quirófano llorando, sin saber por qué… Y cuando me desperté,  aunque mi doctora me dijo que estaba todo bien, la mirada de mi hermana, me dijo todo... Nada estaba bien…

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