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jueves, 23 de junio de 2016

Mi Vida: Parte 2

 Y así fue como al día siguiente, me dieron la noticia de que a los 34 años, me encontraron y extirparon un tumor maligno… Me sacaron 18 ganglios para analizar, y me reconstruyeron el seno con musculo de la espalda… ¿Cómo se puede estar preparada para una noticia así?...  Sobre todo a los 34 años, y cuando ni siquiera había comenzado a caminar en mi vida... Y afrontar el hecho de tener que hacer quimioterapia!... Demasiado para una mujer… ¡Demasiado para una familia!..

A los dos días estaba en casa de mis padres, toda entubada y con el mundo sobre mis espaldas… Mis padres tuvieron la gran idea de hacerme una asado para distraerme, y mientras esperábamos, tuve la mala (o buena…) idea, de preguntarle a mi hermano por el backstage de mi operación... ¿Qué había pasado afuera de la sala de operaciones?... Y mi hermano me describió como salió la doctora a informarles que había un tumor maligno... La amargura y la presión alta de mi papá, al enterarse; el ataque de pánico de mi hermana mayor, quien tuvo que llamar a su marido porque ella no podía manejar… Mi hermano que chocó con el auto cuando recibió la noticia y aun así, estaba al pie de mi cama cuando me desperté…Mi mama y mi tía, sufriendo…Y ahí comprendí el por qué cuando entre había solo tres personas, y cuando me desperté, toda mi familia, estaba a mi alrededor… 
Y la fortaleza de mi madre, que esa noche se quedó a mi lado, entera para que yo no me diera cuenta; soportando el dolor en silencio; sin poder escaparse como los demás… Y en ese momento me di cuenta cuanto mal le hacía todo esto a mi familia también… Esto no me estaba pasando a mi sola... Esto estaba matando a mi familia también. ¡Y yo no podía permitir eso!... Así que decidí salvar a mi familia y levantarme, y avanzar!...

 De esos días, recuerdo dos cosas que me marcaron de por vida. La primera, es una frase que me dijo el médico laboral: Yo sé que ahora no lo vas a entender, pero esto puede ser lo peor o lo mejor que te pase en tu vida… todo depende de vos”… Imagínense esa frase en ese momento! ¿Qué dice este hombre?... Y lo segundo, mi negación a hacerme quimioterapia. Ese era un punto que yo no aceptaba discutir… Pese a la insistencia de mi familia; a la proposición de mi hermana de pelarse la cabeza conmigo y de comprarnos la mejor de las pelucas… Yo no iba a hacerme quimioterapia… porque no lo necesitaba; porque yo estaba bien!…

Fueron veinte días tétricos… Días donde toda mi escala de valores se derrumbó!… Pero sorprendentemente, jamás se me cruzo por la cabeza el miedo a la muerte, el pánico por “el no existir”… Un pánico egoísta que se transformó en otro pánico mucho más doloroso pero real: El miedo a no volver a ver a las personas que amo!…  En esos veinte días de incertidumbre, JAMAS pensé ni por un minuto, en las cosas que antes formaban parte de la cumbre de mi escala de valores… El trabajo, el dinero, el poder, la noche, las fiestas… Ni por un segundo pensé en todo eso… Todo eso que me llevo adonde estaba en ese momento, ya que como otro médico me dijo una vez, nada es casualidad… Todos los que caemos en una enfermedad como esta, decimos frases como: Tras que venía mal, ahora me cae esta enfermedad. Y en realidad la cuestión es Por todo lo mal que la pasé, me vino esta enfermedad… 

Estas enfermedades nos vienen como consecuencia de disgustos,  ya que  lo cierto es que es raro escuchar a alguien que nos diga, Estaba tan feliz, la vida me sonreía y ahora tengo cáncer.  Yo estoy convencida que mi enfermedad vino como consecuencia de la vida que llevaba… Las preocupaciones que tenia terminaron dañando mi cuerpo... Preocupaciones que en esos veinte días, comprendí que eran irrelevantes, superficiales… Porque no eran mi vida… 
En esos veinte días, solo pedía tiempo… Tiempo para disfrutar a mis sobrinos, para verlos crecer, para abrazar a mis viejos, para disfrutar a mis hermanos y amigos… Tiempo para sentir el aire sobre mi cara, para caminar bajo el sol... Esos son los verdaderos valores de la vida!… Todo eso es lo que iba a extrañar el día que dejara de existir!... El resto, no era nada!… Y por eso, el día que mi doctora me dijo que el tumor era in situ, que los márgenes estaban libres y los ganglios estaban sanos;  que no había necesidad de hacer quimioterapia, porque no la necesitaba (como yo ya lo sabía!)… y que había que hacer un tratamiento de radioterapia y uno hormonal durante cinco años, a modo de prevención, volví a nacer  a los 34 años…

Y ahí entendí la frase de ese medico laboral… Porque en ese momento, mi vida cambio y empecé a transitar por otro camino… Seguía siendo la misma y haciendo lo mismo, pero dándole importancia a lo que verdaderamente importaba… Y poniendo el resto, en el lugar que corresponde… Ya había aprendido que mi futuro es HOY

Luego, seguí trabajando, pero sin preocuparme tanto… No iba a dejar mi vida en una empresa, que no sentía  nada por mí, y que cuando no me necesite, me iba a descartar como un trapo viejo!…. Y nació el Ave Fénix (así me llamaba mi amiga)… Empecé a tener mucho más tiempo libre, para disfrutar con los míos y di mucho más… Y recibí mucho más!… Y pude estar cerca de mi hermana cuando tuvo que afrontar un divorcio tan doloroso como el suyo… Y de mis sobrinos del alma…  Y pude ayudarlos… ¡Y pude ayudarme!... Y la dualidad, se había acabado!… Al menos eso pensé…


 A los 36 años, un mail volvió a cambiar mi vida… Un mail de un francés perdido en la web, que buscaba conocer gente argentina para hablar de nuestro maravilloso país, que él había conocido dos años atrás y lo había fascinado… Y así, escribiéndonos durante dos meses, en ingles ya que Fabrice hablaba poco español y yo ni una palabra de francés, nos fuimos conociendo… Y empezaron los llamados telefónicos y las eternas charlas…  ¿Otra fantasía imposible para volver a estancarme en mi vida?¿Para no avanzar?... Pues sí, porque era algo irreal, así que fue fácil para mí, aceptar su invitación de ir a Francia a conocerlo… No había peligro!... Y así se vino el primer viaje, con un romanticismo extremo, recorriendo, Niza, Venecia y Paris… Y su viaje para la Argentina… Y en menos de un año se vino la proposición: “No podíamos seguir así”, había que tomar una decisión, y económicamente, lo lógico era que yo dejase el país y me fuera a Francia, hasta que hiciéramos mejor economía y pudiéramos volver juntos.

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