Y así fue como al día
siguiente, me dieron la noticia de que a los 34 años, me encontraron y extirparon un tumor maligno… Me sacaron 18 ganglios para analizar, y me
reconstruyeron el seno con musculo de la espalda… ¿Cómo se puede estar
preparada para una noticia así?... Sobre
todo a los 34 años, y cuando ni siquiera había comenzado a caminar en mi vida...
Y afrontar el hecho de tener que hacer quimioterapia!... Demasiado para una
mujer… ¡Demasiado para una familia!..
A los dos días estaba en casa de
mis padres, toda entubada y con el mundo sobre mis espaldas… Mis padres
tuvieron la gran idea de hacerme una asado para distraerme, y mientras
esperábamos, tuve la mala (o buena…) idea, de preguntarle a mi hermano por el
backstage de mi operación... ¿Qué había pasado afuera de la sala de
operaciones?... Y mi hermano me describió como salió la doctora a informarles
que había un tumor maligno... La amargura y la presión alta de mi papá, al
enterarse; el ataque de pánico de mi hermana mayor, quien tuvo que llamar a su marido
porque ella no podía manejar… Mi hermano que chocó con el auto cuando recibió
la noticia y aun así, estaba al pie de mi cama cuando me desperté…Mi mama y mi tía,
sufriendo…Y ahí comprendí el por qué cuando entre había solo tres personas, y
cuando me desperté, toda mi familia, estaba a mi alrededor…
Y la fortaleza de
mi madre, que esa noche se quedó a mi lado, entera para que yo no me diera
cuenta; soportando el dolor en silencio; sin poder escaparse como los demás… Y
en ese momento me di cuenta cuanto mal le hacía todo esto a mi familia también…
Esto no me estaba pasando a mi sola... Esto estaba matando a mi familia
también. ¡Y yo no podía permitir eso!... Así que decidí salvar a mi familia y
levantarme, y avanzar!...
De esos días, recuerdo dos cosas
que me marcaron de por vida. La primera, es una frase que me dijo el médico laboral:
“Yo
sé que ahora no lo vas a entender, pero esto puede ser lo peor o lo mejor que
te pase en tu vida… todo depende de vos”… Imagínense esa frase en ese
momento! ¿Qué dice este hombre?... Y lo segundo, mi negación a hacerme quimioterapia.
Ese era un punto que yo no aceptaba discutir… Pese a la insistencia de mi familia;
a la proposición de mi hermana de pelarse la cabeza conmigo y de comprarnos la
mejor de las pelucas… Yo no iba a hacerme quimioterapia… porque no lo
necesitaba; porque yo estaba bien!…
Fueron veinte días tétricos… Días donde toda mi escala de valores se
derrumbó!… Pero sorprendentemente, jamás se me cruzo por la cabeza el miedo a
la muerte, el pánico por “el no existir”… Un pánico egoísta que se transformó
en otro pánico mucho más doloroso pero real: El miedo a no volver a ver a las
personas que amo!… En esos veinte días de
incertidumbre, JAMAS pensé ni por un minuto, en las cosas que antes formaban parte de la
cumbre de mi escala de valores… El trabajo, el dinero, el poder, la noche, las
fiestas… Ni por un segundo pensé en todo eso… Todo eso que me llevo adonde
estaba en ese momento, ya que como otro médico me dijo una vez, nada es
casualidad… Todos los que caemos en una enfermedad como esta, decimos frases
como: “Tras que venía mal, ahora me cae
esta enfermedad”. Y en realidad la cuestión es “Por todo lo mal que la pasé, me vino esta enfermedad”…
Estas
enfermedades nos vienen como consecuencia de disgustos, ya que lo cierto es que es raro escuchar a alguien
que nos diga, “Estaba tan feliz, la vida
me sonreía y ahora tengo cáncer”. Yo
estoy convencida que mi enfermedad vino como consecuencia de la vida que
llevaba… Las preocupaciones que tenia terminaron dañando mi cuerpo...
Preocupaciones que en esos veinte días, comprendí que eran irrelevantes,
superficiales… Porque no eran mi vida…
En esos veinte días, solo pedía tiempo…
Tiempo para disfrutar a mis sobrinos, para verlos crecer, para abrazar a mis
viejos, para disfrutar a mis hermanos y amigos… Tiempo para sentir el aire
sobre mi cara, para caminar bajo el sol... Esos son los verdaderos valores de la
vida!… Todo eso es lo que iba a extrañar el día que dejara de existir!... El
resto, no era nada!… Y por eso, el día que mi doctora me dijo que el tumor era in situ, que los márgenes estaban libres
y los ganglios estaban sanos; que no
había necesidad de hacer quimioterapia, porque no la necesitaba (como yo ya lo sabía!)…
y que había que hacer un tratamiento de radioterapia y uno hormonal durante
cinco años, a modo de prevención, volví a nacer
a los 34 años…
Y ahí entendí la frase de ese medico laboral… Porque en ese momento, mi
vida cambio y empecé a transitar por otro camino… Seguía siendo la misma y
haciendo lo mismo, pero dándole importancia a lo que verdaderamente importaba… Y poniendo el resto, en el lugar que corresponde… Ya había aprendido que mi
futuro es HOY…
Luego, seguí trabajando, pero sin preocuparme tanto… No iba a dejar mi
vida en una empresa, que no sentía nada
por mí, y que cuando no me necesite, me iba a descartar como un trapo viejo!…. Y
nació el Ave Fénix (así me llamaba mi amiga)… Empecé a tener mucho más tiempo
libre, para disfrutar con los míos y di mucho más… Y recibí mucho más!… Y pude
estar cerca de mi hermana cuando tuvo que afrontar un divorcio tan doloroso
como el suyo… Y de mis sobrinos del alma…
Y pude ayudarlos… ¡Y pude ayudarme!... Y la dualidad, se había acabado!…
Al menos eso pensé…
A los 36 años, un mail volvió a
cambiar mi vida… Un mail de un francés perdido en la web, que buscaba conocer
gente argentina para hablar de nuestro maravilloso país, que él había conocido
dos años atrás y lo había fascinado… Y así, escribiéndonos durante dos meses,
en ingles ya que Fabrice hablaba poco español y yo ni una palabra de francés,
nos fuimos conociendo… Y empezaron los llamados telefónicos y las eternas charlas… ¿Otra fantasía imposible para volver a
estancarme en mi vida? … ¿Para no avanzar?... Pues sí, porque era algo irreal, así
que fue fácil para mí, aceptar su invitación de ir a Francia a conocerlo… No
había peligro!... Y así se vino el primer viaje, con un romanticismo extremo,
recorriendo, Niza, Venecia y Paris… Y su viaje para la Argentina… Y en menos de
un año se vino la proposición: “No podíamos seguir así”, había que tomar una
decisión, y económicamente, lo lógico era que yo dejase el país y me fuera a
Francia, hasta que hiciéramos mejor economía y pudiéramos volver juntos.
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